viernes, 14 de diciembre de 2012

MIEDO A LA MUERTE



                                           

"Hay personas que de tanto preocuparse por la muerte y por esa vida después de ella, no disfrutan de su verdadera y única vida y hacen de ella un infierno"

Inmersos siempre en interrogatorios circulares que no le llevan a ningún lado, malgastan su vida. ¿Que me esperará después? ¿Porqué nacer para tener que morir? ¿No aguanto tener que dejar aquí a mis seres queridos? ¿Por qué la vida tiene que acabar? ¿Por qué tendremos que hacernos viejos? ¿Porqué la vida es tan corta?
A veces, en momentos de lucidez, son capaces de pensar que todas esas preocupaciones efectivamente son gratuitas y no le llevan a ninguna parte, pues solo es una preocupación anticipada, que al contrario de otras preocupaciones, cuando llegue ese momento tan temido, obviamente, ya no serán conscientes de todo aquello que ahora les preocupa, sino que en verdad los que sufrirán dicho acontecimiento serán sus seres queridos que sigan con vida.
Pero llegado ese momento de lucidez, éste será efímero, pues rápidamente le embargarán nuevas preocupaciones sobre la posibilidad de padecimiento, de sufrimiento antes de llegado el momento de morir, la enfermedad. Y nuevamente todo su organismo se convulsionará ante la gran injusticia de este nuevo hecho, y nuevamente comenzará el interrogatorio circular.
No se si es un miedo aprendido, y si las diferencias individuales se deben a los mensajes a los que hayamos estado sometidos a lo largo de la vida, o más bien es un  miedo atávico, heredado genéticamente en mayor o menor intensidad, o por el contrario es una mezcla de los dos. Lo que si es cierto es que en algunas personas es un miedo que les provoca una intensa angustia durante toda la vida, un miedo difícil de vencer con la razón y un miedo que es espoleado continuamente por diferentes estímulos, estímulos cotidianos que son muy difíciles de evitar como: ver como crecen nuestros hijos, la sirena de una ambulancia, contemplar viejas fotografías, la soledad, pasar junto al cementerio, los días tristes y grises de invierno, una conversación, un programa televisivo, y un largo etcétera.

miércoles, 5 de diciembre de 2012

UNA SEGUNDA OPORTUNIDAD



                                               

Ando a grandes zancadas por la avenida, absorto en mis pensamientos.
Debo llegar a casa cuanto antes, mi familia me necesita, no puedo dejarlos solos en este momento.
Me cruzo con personas que ignoro, o simplemente se difuminan ante mi estupor, paso por escaparates que no veo, mi visión de túnel tan sólo me deja ver una escena, mi mujer, mis hijos y mi anciana suegra dentro de unos momentos estarán en la calle, arrojados sin piedad a los pies de la indefensión, seremos desahuciados. Y todo es por mi culpa, no sirvo para nada, no soy capaz de mantener a mi familia. Puedo oírlos llamándome, pidiendo que por favor haga algo, deprisa.
Lo peor de todo es que no sé a donde voy a ir, donde nos refugiaremos, donde dormiremos, esto es el fin. Me gustaría que todo fuese un sueño.
Fermín, querido. Fermín despierta de una vez, por favor, que llevo un cuarto de hora llamándote a voces desde la cocina.
Si no te das prisa llegaremos tarde a la firma de la hipoteca de nuestro nuevo piso.