jueves, 21 de febrero de 2013

ESA OTRA VOZ




                                                           

A veces a solas resuena mi voz, unas veces limpia, otras veces ronca, dura e inflexible. Es una conversación en una sola dirección, sin respuestas y hasta sin sentido. En ocasiones perversa y casi siempre, despiadada y traicionera.
Voz que resuena en mis adentros con una cadencia pertinaz, como un eco triste y desmoralizador.
A veces imploro una mente muda, capaz de callar cuando estoy a solas, desnudo y desesperado, que tenga piedad y respete mis silencios, mis momentos de duda, mi ánimo herido.
Oigo mi voz pero no la reconozco, no comprendo su ataque feroz. Me duele su ingratitud, su forma descarnada de inmolarse, de revolverse contra si misma infectando aquellas heridas que de por sí ya duelen y en esos momentos en que más indefenso estas, momentos en que tu cuerpo cruza el desierto y tu mente queda despoblada, excepto de tu voz.

martes, 5 de febrero de 2013

LA PERSONALIDAD






                                                      

El mayor error del mundo es pensar que nada podemos hacer, que todo está predeterminado. Genéticamente impuesto, que no tenemos posibilidad de cambiar, de mejorar. Lo que es lo mismo que pensar que no podemos hacer nada ante la “ etiqueta” de niño nervioso, inquieto, malo, hiperactivo, que últimamente tanto se utiliza camuflando otros problemas o trastornos de conducta provocados por la ausencia de unas normas o patrones de conducta adecuados y adaptativos. O pensar y empeñarnos en que cualquier trauma del pasado, además de habernos afectado directamente en el pasado, también tenga que condicionarnos el presente e hipotecarnos el futuro sin que  podamos hacer nada. Me parece totalmente injusto.
Igual de injusto que pensar que el concepto que tenemos de nuestra Personalidad vaya a ser constante, inamovible, como una losa para toda la vida.
Según afirma Daniel Goleman: “Hasta cierto punto, cada uno de nosotros posee un temperamento innato, se mueve dentro de un espectro concreto de emociones, una característica que forma parte del bagaje con el que nos ha dotado la lotería genética y cuyo peso se hace sentir a lo largo de la vida “.
Si, existe un temperamento innato y heredado que de alguna manera nos da una identidad propia a la vez que nos conecta con nuestras raíces, pero es el  espectro emocional básico para comenzar una larga andadura por la vida, cuyas experiencias irán verdaderamente conformando nuestra personalidad.
Parece como si la palabra personalidad pesara mucho, la respetáramos en exceso. Y caemos en el miedo al cambio, la dejadez, la inseguridad o la baja autoestima. Insistimos en no plantearnos o no sentirnos capaces de hacer frente a la realidad, a lo que está más claro que el agua. En definitiva a lo que sabemos desde siempre, pero nunca hemos querido aceptar y afrontar, nuestras debilidades o dudas sobre nuestra personalidad.
Y cegados por esa creencia e incapaces de admitir nuestra equivocación, seguimos pensando que no hay forma de cambiar nuestra manera de relacionarnos con los demás, de afrontar los problemas, de pensar de nosotros mismos. Eternizando de esta manera  un problema que tiene solución.

La personalidad se puede cambiar, es en realidad lo más maleable que existe, tanto como la propia estructura del cerebro, del cual depende. Y si las experiencias positivas o negativas han sido capaces a lo largo de la vida de moldearla en sus habilidades o defectos, con un entrenamiento y habilitación adecuados, porque no vamos a ser capaces de cambiar aquello que no nos gusta de nosotros, aquello que nos molesta y molesta a los demás, aquello que nos está impidiendo llevar una vida familiar, social o laboral correcta. En definitiva ser más felices y hacer más felices a los que nos rodean. Aunque para ello debemos primero saber en que queremos cambiar y sobretodo pensar y creer que es posible cambiar.