miércoles, 17 de diciembre de 2008

MI SENSIBILIDAD


Si pierdo mi sensibilidad, ¿qué me queda? Un largo y frío invierno, un prolongado letargo, emoción sin consciencia,un rostro inalterable y un alma muerta.


Me encanta mi sensibilidad, me gusta emocionarme. Que los ojos se me llenen de lágrimas, que se me encoja el corazón hasta que su tamaño sea emocionantemente pequeño. Que los párpados no den abasto a desviar las lágrimas de los ojos y que se humedezcan, que se empapen. Que el vello del cuerpo se ponga de punta y que el corazón ó lo que quede de el, dé saltos de emoción dentro del pecho.

Me cautiva, me entusiasma mi sensibilidad, el suspiro que se escapa, las lágrimas que caen, la mueca en el rostro, la respiración entrecortada, y la mente aturdida.

Llorar a lágrima viva, gritando de pena o de emoción, ¿porqué no? Hay algo más digno que llorar mirando a la cara a la pena, la emoción a flor de piel, el corazón rendido de amor, por el amor perdido.

No es falta de valor o flojera, no es debilidad, solo es sensibilidad a flor de piel. No hay porque sentir vergüenza, no hay porque esconderse, cuando la vena sensible aflora, con la cara bien alta hay que dar las gracias a la naturaleza y aceptar los sentimientos que en ese momento asoman.

Si el hecho de ser sensible te avergüenza, te avergüenzas de tu propio ser, de tu naturaleza, y ella a veces necesita derramarse sobre tu cara, sobre un pañuelo o sobre una hoja escrita. Cuantas sensibles poesías, cuantas canciones escritas, cuantos cuadros imaginados y cuantas espectaculares sinfonías se han creado con lágrimas en los ojos y el corazón desnudo. Si renegamos de nuestra sensibilidad, renegamos de todo ello y eso sería un fraude, una estafa a nuestro pensamiento.

A veces lloro con un cuento, con una película o un texto, por muy sutil que parezca, no aguanto más y me estremezco. Es algo espontáneo, sincero y delicado, es algo que es difícil simular, pues si simulando consigues ese estado, duda de ello, porque ni es sincero, ni espontáneo, ni verdadero, sólo es un reflejo inadecuado de un sentimiento que deberías haber guardado. Porque de nada vale una sensibilidad simulada, si no sale del corazón, ni es emoción ni es nada.

Es mi tesoro mejor guardado, es mi secreta arma contra la desesperanza, la tristeza y la falta de ilusión. Es el antídoto contra la desidia, el aburrimiento, la monotonía y el día a día. Es mi medicina del alma, es mi alegría.

viernes, 12 de diciembre de 2008

DERECHO A DESCONECTAR


Derecho a desconectar,
es mi derecho.
Derecho a no importunar,
con mis pensamientos.

Si no puedo desconectar,
porqué me quejo.
Si es mi responsabilidad,
Y no la acepto.

Cuando desconecto,
mi mente vuela,
al universo y allí me espera.

Allí se encuentra con otras mentes,
mentes abiertas del mundo entero.

Derecho a desconectar,
a dejar mis neuronas volar,

Derecho a desconectar,
y a mis pensamientos descansar.

Derecho a desconectar,
a seguir soñando con el mar.

Cuando desconecto me siento ligero como una pluma,
ágil como una gacela y profundo como el mar.

De esa profundidad sobrecogedora que te invade el ser,
y te otorga el poder de la clarividencia, de mente clara,
para poder ver tu vida, para poder ver tu muerte.

Si desconecto me apago poco a poco,
me alejo cada vez más del mundo,
Del ruido, del no parar, del no sentir y siento.

Soy todo sentimiento, soy capaz de sentirme hasta yo mismo,
Sentirme completo y de una vez; no deslavazado y por partes,
No desintegrado y a trozos.

No es fácil desconectar si no te quieres,
Pues cuando desconectas te encuentras a solas contigo mismo,
no es fácil desconectar si no te aguantas,
pues tus múltiples caras no te dejarán concentrarte.
Aunque te sientas roto y destrozado, mírate cara a cara,
una completa y la otra a trozos, rota,
siéntate frente a frente con tus miserias,
y piérdete en los ojos limpios y profundos de dos mentes desconectadas.

Es fácil reírse en su propia cara, pero ese es un mal comienzo,
ahora desconectado del mundo tienes la ocasión,
de recomponerte como un puzzle,
pues pronto abrirás los ojos y la mente se cerrará
y habrás perdido ya tu oportunidad.

viernes, 5 de diciembre de 2008

FUEGO SEDUCTOR


Yo vivo la lumbre con pasión, la miro, la huelo, me dejo acariciar por ella, la abrazo y así me quedo fundido en un tierno y cálido abrazo toda la noche, hasta el amanecer.

Siempre me ha inquietado el poder de seducción que tiene un buen fuego. Y hablo, claro está, de un fuego al calor del hogar, y no del devastador poder de seducción que tiene el fuego para el pirómano traidor, que después de prender la mecha, se queda extasiado observando complacido el poder destructor de las llamas en el monte.

Me refiero a una calentita y acogedora lumbre en el seno del hogar.

Desde muy pequeño el mirar al fuego era algo que me absorbía, me hipnotizaba, incluso cuando pensaba que caía derrotado por el sueño dado a la calidez del momento, había algo que no me permitía cerrar los ojos y dejar de mirar la lumbre.

Por momentos no sabes si eres tu quien mira al fuego, o es el fuego el que te mira a ti, el que se apodera de tu voluntad y el que se te mete muy adentro, llevando la paz a tu mente y a tu cuerpo. El observar atentamente una lumbre provoca una paz densa, tan densa que se puede cortar con un cuchillo. Provoca una paz que sobrecoge y facilita recuerdos, remotos recuerdos que te vienen a la mente, posiblemente como retazos de otras muchas veladas junto a la lumbre.

Porque una lumbre, si tuviera memoria, podría contar millones de historias, de cuentos, de leyendas, que ascentralmente se han consumido al calor de la lumbre. Podría contar infinidad de ilusiones y proyectos desvelados al lado de una lumbre, así como, un sinfín de chismes, palabras y promesas de amor hechas al abrigo de un buen fuego.

Cuando la lumbre se siente apreciada, querida, te devuelve agradecida con calor tu afecto. Tú la mueves a un lado, a otro, con cuidado, la atizas con arte y le das aliento y ella se aviva y brota de sus cenizas, se crece para así devolverte tus mimos con calor y alegría. Pero si por el contrario, la lumbre no siente esa cercanía, esa familiaridad, esa afinidad, por más que papel le eches y por más que le soples no sacarás nada de ella, sólo cenizas, polvo y humo.

Cuando te sientas frente a una lumbre el tiempo pasa lentamente, como si no tuvieras prisa por nada, la palabra estrés pierde todo su significado y nos relajamos incluso sin quererlo. La respiración se hace mucho más lenta, los músculos se sueltan, se tornan blandos, se relajan y el pensamiento se enlentece a la vez que se abre mostrando una mayor claridad y capacidad de concentración. En ese momento todo se saborea y se disfruta más: un buen café, o un chocolate, un licor o un buen puro, un buen libro o una plácida conversación.

Y no digamos del típico olor de lumbre, olor a lumbre, olor a hogar, olor a abuelos. La cantidad de recuerdos que pueden acudir a la memoria avivados por ese olor a lumbre, recuerdos de antaño. Recuerdos ya enterrados y olvidados en lo más oculto de la memoria a largo plazo, de pronto son recuperados con una fuerza vital como si nada ni nadie pudiera evitar o taponar esa hemorragia de recuerdos que la memoria emocional guardaba con cariño en sus archivos y que ahora ante el estímulo presentado recupera con ansia emocional.

Yo vivo la lumbre con pasión, la miro, la huelo, me dejo acariciar por ella, la abrazo y así me quedo fundido en un tierno y cálido abrazo toda la noche, hasta el amanecer.

Al calor de la hoguera se han estrechado lazos familiares, se han forjado grandes amistades, porque la lumbre invita al desahogo, invita a sincerarse. Es como si te exprimiera en el intento de sacar fuera todo ese pus que producen los sentimientos enquistados, tragados pero no digeridos.

Al calor del fuego se ha socializado la humanidad. A partir del hallazgo del fuego, el hombre comenzó a sentarse alrededor de el y ha crear lazos de amistad y de apego con sus congéneres hasta convertirse en un rito social.

En definitiva, el fuego nos acompaña desde los comienzos de la civilización, siendo en momentos pieza fundamental en nuestra existencia, será por ello el gran poder de seducción que ejerce sobre nosotros.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

DIA INTERNACIONAL DE LAS PERSONAS CON DISCAPACIDAD


3 de Diciembre de 2008, día internacional de las personas con discapacidad.


El 3 de Diciembre se celebra el Día Internacional de las Personas con Discapacidades. El tema para el año 2008 es "Convención sobre los derechos de las Personas con Discapacidad: Dignidad y Justicia para todos".


La celebración anual, el 3 de diciembre, del Día Internacional de las Personas con Discapacidad tiene por objeto sensibilizar a la opinión pública sobre las cuestiones relacionadas con la discapacidad y movilizar el apoyo a la dignidad, los derechos y el bienestar de las personas con discapacidad. También se propone promover la toma de conciencia sobre las ganancias que se derivarían de la integración de las personas con discapacidad en todos los aspectos de la vida política, social, económica y cultural.


Yo soy Director-Gerente de una Asociación de personas con discapacidad Intelectual. Que atendemos a unos 150 personas de diferentes edades, desde que nacen hasta que mueren en diferentes servicios o centros , y tengo que reconocer que en el mucho tiempo que llevo trabajando con ellos, con toda seguridad, me han aportado mucho más ellos a mi, que lo que yo le haya podido aportar a ellos. Reconozco que este trabajo, me ha hecho feliz y quiero agradecérselo.