Cuando oigo que un hombre tiene el hábito de la lectura, estoy predispuesto a pensar bien de él.
NICOLAS DE AVELLANEDA
Que la lectura relaja, entretiene, que es una actividad agradable y como tal genera endorfinas, que enriquece nuestra cultura y amplía nuestros conocimientos, a la vez que despliega un abanico de temas disponibles para hablar y opinar, posibilita las relaciones interpersonales y la comunicación, además de ser un buen regalo que no pasa de moda, eso ya lo sabemos.
Todo esto está muy bien, pero que hacemos para que nuestros hijos lean, adquieran ese hábito saludable de leer. La realidad es que los niños y adolescentes no suelen tener entre sus actividades preferidas, la lectura. Quizás se requiera un sistema nervioso más maduro para apreciar los beneficios de la lectura.
Yo recuerdo que en esa etapa de mi vida no me gustaba nada leer. Era como si me pusieran una camisa de fuerza que me impidiera moverme libremente. Algo me bullía por dentro que no me dejaba concentrarme. Cualquier persona que manifestara que era capaz de leer más de una hora seguida me parecía extraterrestre y no podía entender lo de irse a una isla desierta y llevarse entre los tres objetos elegidos un libro. Para resumir, ni siquiera estudiaba por no leer. Es paradójico que ahora la lectura sea mi mayor afición y de los tres objetos a elegir para llevar a una isla desierta me sobren dos, sólo con el libro me sentiría feliz.
La lectura, como casi todo en la vida, es un hábito que se adquiere. Se puede aprender a disfrutar con la lectura, a amar la lectura. Pero para ello se debe antes propiciar el acto de leer, se debe impulsar y motivar al niño a que lea y sobre todo a que repita ese acto las veces que sean suficientes para que pueda comprobar por si mismo esos beneficios antes mencionados.
Los padres debemos empezar por dar ejemplo de ello. Porque el niño, no sólo por el hecho de recibir el mensaje, el consejo por parte de sus padres: - niño debes leer, que leer es muy bueno, adquieres vocabulario, cultura general y relaja -, va a ser suficiente para propiciar un cambio en su conducta. Aún reconociendo la evidencia de esas virtudes enumeradas por sus padres en sus consejos. Es más, aunque se lo repitiéramos constantemente, en la mayoría de los casos, no servirá de nada para cambiar la conducta y que leyese más.
“El conocimiento o la comprensión intelectual de una determinada situación o competencia, constituye un proceso umbral; necesario, tal vez, para el aprendizaje de una nueva conducta, pero insuficiente para propiciar un cambio duradero. El cambio profundo requiere la reestructuración de nuestros hábitos intelectuales, emocionales y de conducta más arraigados “.
Se debe observar y aprender, para más tarde practicar y practicar, a la vez que le reconocemos, a nivel cognitivo, sus valores. Y lo cierto es que los padres no solemos dar mucho ejemplo en eso de leer.
Es un hábito que se debe enseñar desde joven, pero a la vez debe ser incentivado y reforzado. No como antes, que lo normal es que fuera un acto injustamente asociado a una hostia. También es importante que el contenido siempre vaya en consonancia con la edad del niño y de sus gustos, no de los gustos de los padres.
Si esto no sucede así, también cabe la posibilidad de que más tarde, si tienes la suerte de que en unas vacaciones aburridas, un viaje o una enfermedad, te regalen un buen libro, puede ser que sea suficiente para engancharte. Pues eso sí, la lectura es un vicio altamente adictivo, por suerte.
NICOLAS DE AVELLANEDA
Que la lectura relaja, entretiene, que es una actividad agradable y como tal genera endorfinas, que enriquece nuestra cultura y amplía nuestros conocimientos, a la vez que despliega un abanico de temas disponibles para hablar y opinar, posibilita las relaciones interpersonales y la comunicación, además de ser un buen regalo que no pasa de moda, eso ya lo sabemos.
Todo esto está muy bien, pero que hacemos para que nuestros hijos lean, adquieran ese hábito saludable de leer. La realidad es que los niños y adolescentes no suelen tener entre sus actividades preferidas, la lectura. Quizás se requiera un sistema nervioso más maduro para apreciar los beneficios de la lectura.
Yo recuerdo que en esa etapa de mi vida no me gustaba nada leer. Era como si me pusieran una camisa de fuerza que me impidiera moverme libremente. Algo me bullía por dentro que no me dejaba concentrarme. Cualquier persona que manifestara que era capaz de leer más de una hora seguida me parecía extraterrestre y no podía entender lo de irse a una isla desierta y llevarse entre los tres objetos elegidos un libro. Para resumir, ni siquiera estudiaba por no leer. Es paradójico que ahora la lectura sea mi mayor afición y de los tres objetos a elegir para llevar a una isla desierta me sobren dos, sólo con el libro me sentiría feliz.
La lectura, como casi todo en la vida, es un hábito que se adquiere. Se puede aprender a disfrutar con la lectura, a amar la lectura. Pero para ello se debe antes propiciar el acto de leer, se debe impulsar y motivar al niño a que lea y sobre todo a que repita ese acto las veces que sean suficientes para que pueda comprobar por si mismo esos beneficios antes mencionados.
Los padres debemos empezar por dar ejemplo de ello. Porque el niño, no sólo por el hecho de recibir el mensaje, el consejo por parte de sus padres: - niño debes leer, que leer es muy bueno, adquieres vocabulario, cultura general y relaja -, va a ser suficiente para propiciar un cambio en su conducta. Aún reconociendo la evidencia de esas virtudes enumeradas por sus padres en sus consejos. Es más, aunque se lo repitiéramos constantemente, en la mayoría de los casos, no servirá de nada para cambiar la conducta y que leyese más.
“El conocimiento o la comprensión intelectual de una determinada situación o competencia, constituye un proceso umbral; necesario, tal vez, para el aprendizaje de una nueva conducta, pero insuficiente para propiciar un cambio duradero. El cambio profundo requiere la reestructuración de nuestros hábitos intelectuales, emocionales y de conducta más arraigados “.
Se debe observar y aprender, para más tarde practicar y practicar, a la vez que le reconocemos, a nivel cognitivo, sus valores. Y lo cierto es que los padres no solemos dar mucho ejemplo en eso de leer.
Es un hábito que se debe enseñar desde joven, pero a la vez debe ser incentivado y reforzado. No como antes, que lo normal es que fuera un acto injustamente asociado a una hostia. También es importante que el contenido siempre vaya en consonancia con la edad del niño y de sus gustos, no de los gustos de los padres.
Si esto no sucede así, también cabe la posibilidad de que más tarde, si tienes la suerte de que en unas vacaciones aburridas, un viaje o una enfermedad, te regalen un buen libro, puede ser que sea suficiente para engancharte. Pues eso sí, la lectura es un vicio altamente adictivo, por suerte.
8 comentarios:
Te entiendo perfectamente, TETEALCA. Yo leí de pequeño, en la universidad... y paré!!! Empecé hace cuatro o cinco años. Cogí 'El código Da Vinci' y no he parado. Ahora Dan Brown no me entusiama, pero siempre le tendré que dar las gracias por 'recuperarme' para la lectura. Yo, como a tí, me gusta la gente que lee. A veces dicen que huímos de la realidad, y en parte puede ser cierto, pero aprendo cositas a cada día que pasa. Muy buena reflexión. Un abrazo.
Más que huida de la realidad es un cambio a otra realidad.Cada nuevo libro es una nueva aventura, el tiempo de lectura es tiempo de paz, de recogimiento, de relajación. No me gusta leer arrebatado, sino tranquilamente, disfrutando del momento.
Gracias Jordi por visitar mi castillo.
Tetealca, totalmente de acuerdo contigo. Yo ahora que estoy jubilado leo como un poseso, seleccinando, eso sí, lo que leo. Pero empecé a leer algo mayor, mi tiempo libre casi todo lo dedicaba a otras actividades. Hace un año me apunté incluso a un taller de escritura narrativa, aparte de leer, me gusta escribir. Cada vez más. Tengo dos hijos, uno ha sido lector de siempre y el otro, menos. Reconozco que nunca he influido para que lean (mea culpa) En Navidades, impusimos ya hace años que los únicos regalos que nos haríamos serían libros. Y cumplimos. Me gusta discutir con ellos (sobre todo con el más lector) tal o cual obra, tal o cual novelista. Cada uno tiene sus predilectos. Un saludo de tu casi-paisano.
Buena idea Diego ,lo de imponer para Navidad el regalar un libro, sobre todo en tiempos de crisis.
Un abrazo.
Es bonito lo que dices, Tete... la verdad es que leer es una de las mejores formas de relajarse que conozco...
Besicos
Asi es Belen, es uno de los mayores placeres de la vida.
Muy interesante reflexión. Creo que , como para todo, el ejemplo es básico.
Si eres un fanático del deporte, tus hijos lo serán. Si eres un cocinillas, lo serán. Y así con todo o casi.
Tanto mi marido como yo hemos sido y somos lectores habituales y nuestros hijos se han contagiado desde pequeñitos de nuestro sano vicio. Tanto es así que el 99% de los regalos que nos hacemos entre nosotros son... libros.:)
Y cuando se independizaron, uno de los primeros muebles que se llevaron de casa o compraron o se ingeniaron, fueron estanterías.
Como bien dices "la lectura es un vicio altamente adictivo"... y contagioso.
El antidoto de esta enfermedad podría ser la tele pero, yo hago mía esta frase de Groucho Marx. "La televisión ha hecho maravillas por mi cultura. En cuanto alguien enciende la televisión, voy a la biblioteca y me leo un buen libro." ... la leí por allí :D
Un abrazo
Me encanta ver una casa llena de estanterias y estas repletas de libros.
Muy buena frase, tomo nota de ella.
Gracias Framboise por visitar mi castillo.
Un fuerte abrazo.
Publicar un comentario