"SI EXISTE UN TESORO QUE JAMÁS SE DEVALUA, ESTE ES EL DE MIS RELACIONES SOCIALES"
Es tremendamente importante un entrenamiento constante y continuado a lo largo de la vida en relaciones interpersonales. Entrenamiento y aprendizaje en el cual no hay tregua, pues esa tregua puede llevar a un retroceso en esta habilidad.
Ya no se niega ni se extraña nadie de las voces a favor de la importancia e incidencia de unas plenas Relaciones Sociales en la salud física, psíquica o emocional. Pero también es cierto que esas relaciones sociales necesitan de unas buenas Habilidades Sociales. Y a su vez, estas habilidades sociales se adquieren por medio de entrenamiento y aprendizaje y necesitan de su práctica continuada para su mantenimiento, si no se iría perdiendo habilidad.
De hecho en determinadas circunstancias de la vida en las cuales esta práctica se retrae o inhibe, como pueden ser los casos de una enfermedad prolongada, unos estudios que requieren muchas horas de dedicación o el hecho de contraer matrimonio y formar una familia, es una circunstancia que por lo general exige un cambio en nuestros hábitos de vida, de ocio y suele disminuir el número de interacciones sociales. Todas estas circunstancias y otras que no nombro suelen disminuir la cantidad de exposiciones a situaciones sociales, lo que provoca y esto podemos comprobarlo en las esporádicas ocasiones en que si salimos y nos relacionamos, es una pérdida de habilidad, de confianza, cierta ansiedad con sensación de inadecuación y extrañeza. Claro está, siempre teniendo en cuenta las diferencias individuales en cuanto a personalidad, tipo de profesión, ambiente familiar, etc.
Sin embargo, hay una época en que esta situación es mucho más preocupante y me atrevería a proponer a quien corresponda el estudio y puesta en marcha de planes de actuación y programas terapéuticos específicos de Entrenamiento en Habilidades Sociales que intenten paliar las naturales perdidas de habilidad en este aspecto, ya que lo que ahora se está haciendo cubre, y muy bien por cierto, la parcela de actividades de ocio. Pero la persona con dificultades a la hora de relacionarse normalmente no acude a este tipo de actividades por vergüenza o miedo a entablar nuevas relaciones. Y me estoy refiriendo en concreto a la tercera edad, época en que son muchos los factores que inciden en el retraimiento social:
· Problemas de salud.
· Compromisos familiares.
· Requerimientos y atención de la pareja.
· Quizás, cambios muy rápidos en costumbres a nivel social.
· Pérdida de amigos por enfermedad o muerte.
· Perdida de familiares.
Y precisamente en este momento en que van faltando las fuerzas, las ganas, y la motivación, a la vez que nuestras habilidades sociales están ya un tanto oxidadas, es justo el momento en el que más falta nos hacen, pues poco a poco aquellas personas con las que a lo largo de la vida nos hemos relacionado, aunque fuese de tarde en tarde, de forma satisfactoria y fácil, han ido muriendo, dejándonos en su lugar un tremendo vacío muy difícil de llenar del cual cada vez somos más conscientes.
Y esto hace que la cosas se compliquen mucho más, pues deberíamos entablar nuevas relaciones si no queremos quedarnos totalmente aislados y solos. Lo fácil es rendirse y abandonar. Pensar que ya no merece la pena para el tiempo que queda, siendo ese precisamente el gran error y la tremenda trampa. Ese tiempo que queda es también parte de la vida y no hay porque perderla gratuitamente, sin pelear. Ese tiempo o periodo de la vida es cierto que es distinto, pero no tiene porqué ser peor, requiere sí otras actividades, otras actitudes y un esfuerzo de adaptación, pero puede ser muy valioso, bonito e ilusionante si no tenemos miedo y relanzamos nuestras relaciones sociales de forma insistente, hasta conseguir hacer desaparecer esa ansiedad social que nos produce preocupaciones y continuamente pone pegas a nuevas aventuras causándonos malestar e impidiendo disfrutar de unas buenas relaciones sociales, las cuales reportarían felicidad, bienestar y salud, desfocalizando, a la vez, la atención de nuestro cuerpo y enfermedades y alejándonos de centros de salud, ambulatorios y preocupaciones hipocondríacas, dejando estas actividades para lo estrictamente necesarias según las circunstancias de cada uno,. y promoviendo por el contrario las actividades interpersonales las cuales nos proporcionen interacciones sociales interesantes, gratificantes y placenteras.
Ya no se niega ni se extraña nadie de las voces a favor de la importancia e incidencia de unas plenas Relaciones Sociales en la salud física, psíquica o emocional. Pero también es cierto que esas relaciones sociales necesitan de unas buenas Habilidades Sociales. Y a su vez, estas habilidades sociales se adquieren por medio de entrenamiento y aprendizaje y necesitan de su práctica continuada para su mantenimiento, si no se iría perdiendo habilidad.
De hecho en determinadas circunstancias de la vida en las cuales esta práctica se retrae o inhibe, como pueden ser los casos de una enfermedad prolongada, unos estudios que requieren muchas horas de dedicación o el hecho de contraer matrimonio y formar una familia, es una circunstancia que por lo general exige un cambio en nuestros hábitos de vida, de ocio y suele disminuir el número de interacciones sociales. Todas estas circunstancias y otras que no nombro suelen disminuir la cantidad de exposiciones a situaciones sociales, lo que provoca y esto podemos comprobarlo en las esporádicas ocasiones en que si salimos y nos relacionamos, es una pérdida de habilidad, de confianza, cierta ansiedad con sensación de inadecuación y extrañeza. Claro está, siempre teniendo en cuenta las diferencias individuales en cuanto a personalidad, tipo de profesión, ambiente familiar, etc.
Sin embargo, hay una época en que esta situación es mucho más preocupante y me atrevería a proponer a quien corresponda el estudio y puesta en marcha de planes de actuación y programas terapéuticos específicos de Entrenamiento en Habilidades Sociales que intenten paliar las naturales perdidas de habilidad en este aspecto, ya que lo que ahora se está haciendo cubre, y muy bien por cierto, la parcela de actividades de ocio. Pero la persona con dificultades a la hora de relacionarse normalmente no acude a este tipo de actividades por vergüenza o miedo a entablar nuevas relaciones. Y me estoy refiriendo en concreto a la tercera edad, época en que son muchos los factores que inciden en el retraimiento social:
· Problemas de salud.
· Compromisos familiares.
· Requerimientos y atención de la pareja.
· Quizás, cambios muy rápidos en costumbres a nivel social.
· Pérdida de amigos por enfermedad o muerte.
· Perdida de familiares.
Y precisamente en este momento en que van faltando las fuerzas, las ganas, y la motivación, a la vez que nuestras habilidades sociales están ya un tanto oxidadas, es justo el momento en el que más falta nos hacen, pues poco a poco aquellas personas con las que a lo largo de la vida nos hemos relacionado, aunque fuese de tarde en tarde, de forma satisfactoria y fácil, han ido muriendo, dejándonos en su lugar un tremendo vacío muy difícil de llenar del cual cada vez somos más conscientes.
Y esto hace que la cosas se compliquen mucho más, pues deberíamos entablar nuevas relaciones si no queremos quedarnos totalmente aislados y solos. Lo fácil es rendirse y abandonar. Pensar que ya no merece la pena para el tiempo que queda, siendo ese precisamente el gran error y la tremenda trampa. Ese tiempo que queda es también parte de la vida y no hay porque perderla gratuitamente, sin pelear. Ese tiempo o periodo de la vida es cierto que es distinto, pero no tiene porqué ser peor, requiere sí otras actividades, otras actitudes y un esfuerzo de adaptación, pero puede ser muy valioso, bonito e ilusionante si no tenemos miedo y relanzamos nuestras relaciones sociales de forma insistente, hasta conseguir hacer desaparecer esa ansiedad social que nos produce preocupaciones y continuamente pone pegas a nuevas aventuras causándonos malestar e impidiendo disfrutar de unas buenas relaciones sociales, las cuales reportarían felicidad, bienestar y salud, desfocalizando, a la vez, la atención de nuestro cuerpo y enfermedades y alejándonos de centros de salud, ambulatorios y preocupaciones hipocondríacas, dejando estas actividades para lo estrictamente necesarias según las circunstancias de cada uno,. y promoviendo por el contrario las actividades interpersonales las cuales nos proporcionen interacciones sociales interesantes, gratificantes y placenteras.
3 comentarios:
Estas personas sufren y entran en un círculo vicioso del cual les cuesta salir.
Y sufren los allegados al ver su impotencia en ayudarlas, al chocar contra un muro que se niega a todo.
Al cabo de muchos años de viudez, mi madre está saliendo de ello y da gusto oirla comentar lo que hace y... hasta el hecho de que te cuelgue el teléfono al poco rato porque tiene prisa: la esperan :)
Gran labor la de los servicios sociales que incansablemente en el caso de mi madre hicieron posible el animarla a volver a... vivir. Ésta es la palabra.
Un abrazo
Estoy completamente de acuerdo. Conozco a muchas personas que se acaban cerrando en si mismas y cuando se dan cuenta ya no tienen a casi nada con quién relacionarse y todo se hace menos llevadero. Las relaciones personales hay que cuidarlas siempre! Saludos.
Qué fácil es entrar y qué difícil es salir... y la verdad es que si no se pone motivación...
Besicos
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