El mayor
error del mundo es pensar que nada podemos hacer, que todo está predeterminado.
Genéticamente impuesto, que no tenemos posibilidad de cambiar, de mejorar. Lo
que es lo mismo que pensar que no podemos hacer nada ante la “ etiqueta” de
niño nervioso, inquieto, malo, hiperactivo, que últimamente tanto se utiliza
camuflando otros problemas o trastornos de conducta provocados por la ausencia
de unas normas o patrones de conducta adecuados y adaptativos. O pensar y
empeñarnos en que cualquier trauma del pasado, además de habernos afectado
directamente en el pasado, también tenga que condicionarnos el presente e
hipotecarnos el futuro sin que podamos
hacer nada. Me parece totalmente injusto.
Igual de
injusto que pensar que el concepto que tenemos de nuestra Personalidad vaya a
ser constante, inamovible, como una losa para toda la vida.
Según afirma
Daniel Goleman: “Hasta cierto punto, cada uno de nosotros posee un temperamento
innato, se mueve dentro de un espectro concreto de emociones, una
característica que forma parte del bagaje con el que nos ha dotado la lotería
genética y cuyo peso se hace sentir a lo largo de la vida “.
Si, existe
un temperamento innato y heredado que de alguna manera nos da una identidad
propia a la vez que nos conecta con nuestras raíces, pero es el espectro emocional básico para comenzar una
larga andadura por la vida, cuyas experiencias irán verdaderamente conformando
nuestra personalidad.
Parece como
si la palabra personalidad pesara mucho, la respetáramos en exceso. Y caemos en
el miedo al cambio, la dejadez, la inseguridad o la baja autoestima. Insistimos
en no plantearnos o no sentirnos capaces de hacer frente a la realidad, a lo
que está más claro que el agua. En definitiva a lo que sabemos desde siempre,
pero nunca hemos querido aceptar y afrontar, nuestras debilidades o dudas sobre
nuestra personalidad.
Y cegados
por esa creencia e incapaces de admitir nuestra equivocación, seguimos pensando
que no hay forma de cambiar nuestra manera de relacionarnos con los demás, de
afrontar los problemas, de pensar de nosotros mismos. Eternizando de esta
manera un problema que tiene solución.
La
personalidad se puede cambiar, es en realidad lo más maleable que existe, tanto
como la propia estructura del cerebro, del cual depende. Y si las experiencias
positivas o negativas han sido capaces a lo largo de la vida de moldearla en
sus habilidades o defectos, con un entrenamiento y habilitación adecuados,
porque no vamos a ser capaces de cambiar aquello que no nos gusta de nosotros,
aquello que nos molesta y molesta a los demás, aquello que nos está impidiendo
llevar una vida familiar, social o laboral correcta. En definitiva ser más
felices y hacer más felices a los que nos rodean. Aunque para ello debemos
primero saber en que queremos cambiar y sobretodo pensar y creer que es posible
cambiar.
4 comentarios:
Difícil encontrar equilibrio entre el aporte genético, las etiquetas y el poso de las experiencias.
Y sobre todo ser consciente de que sí, se puede intentar.
¿fijándose metas pequeñas para empezar?...
Un abrazo
Quizás (seguramente) tengas razón, Tetealca. Peeeero yo creo que nuestro destino está escrito en una cinta que solo pueden leer los seres de cuatro dimensiones, que no podemos ni imaginar desde nuestro mundo tridimensional. Esos seres podrían decirnos todo lo que va a ocurrir en nuestra vida (Ojo, no confundir esos seres con las brujas y demás personajes adivinadores de falsos porvenires)
Estoy de acuerdo. El primer paso es saber lo que queremos. Y, una vez lo sabemos, que nos guste a nosotros. Sólo así, creo yo, se puede intentar cambiar más tarde hacía alguien mejor. Un abrazo.
Creo que los cambios de personalidad no son fàciles de realizar , tal vez sea necesario que la persona se plantee los objetivos psicológicos que necesita alcanzar de una manera concreta y luego buscar técnicas psicológicas que le ayuden a conquistar los objetivos Pero si no esta dispuesto a cambiar todo intento será inútil.-
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