Precisamente después
de un ataque de risa de esos que duran media hora y que sólo ver al otro reírse
hace que la risa continúe, como por contagio.
Como digo después,
una vez recuperamos el control, Valentín se puso muy serio y me dijo: Roberto,
sabes, me gustan las carcajadas, esas carcajadas desgarradoras, esas que
duelen. Y a veces pienso que me gustaría ser una carcajada, poder vender
carcajadas o guardarme unas carcajadas para otro momento. También me gustaría
soñar con carcajadas y nunca he soñado con ellas. Me gusta mearme encima a
carcajadas y no me fío de quien no se haya meado nunca encima en su vida a carcajadas. Tampoco me
fío de algunas carcajadas, y sé, sin saber porqué, si la carcajada es sincera.
Pero Roberto, por norma, me cae bien la
gente que se ríe a carcajadas y me ha gustado el ataque de risa de antes, me
gustan los ataques de risa, ataques de risa a traición, que te hagan llorar.
3 comentarios:
Tetealca, si te sobra alguna, mándamela por favor... una de ésas que te duelen las costillas y te lloran los ojos (que eso de mearme encima... como que no; lo siento por tu amigo Valentín jaja)
Todos estamos necesitados de ellas últimamente.
Se rumorea que mientras reímos no pensamos... ¿Es cierto?...
Un abrazo sonriente :)))
La gente se ríe cada vez menos. Pero al menos nadie habla de aatques de llanto, sino de ataques de risa. Algo es algo...
http://vcmendes.blogspot.com/
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