Pensaréis que estoy obsesionado con el tiempo y llevaréis algo de razón. No sé si es obsesión. No, no creo que sea obsesión, pero si es cierto que últimamente me preocupa bastante. Es una preocupación que aún no ha llegado a ser obsesión, porque obsesión es prácticamente no poder dejar de pensar en algo, y claramente eso no es lo que me pasa a mí. Simplemente es algo en lo que pienso a menudo y la mayoría de las veces que lo hago, hay algo que despierta mi interés, hay un estímulo que provoca el que piense en ello. Por ejemplo, mis hijos, es uno de esos estímulos que me hacen pensar en el tiempo a menudo. Yo percibo en ellos que quieren que el tiempo pase rápido, cuanto antes ser mayores de edad, o cuanto antes pase la semana, antes llegará el fin de semana. Es como si no valoraran el tiempo, como si éste no tuviera el mínimo valor, y en realidad es así, no lo valoran, pasan corriendo por la vida, por esa etapa de su vida, seguramente como hemos hecho todos. Lo que si es seguro es que no lo valoran de igual manera que yo. Esa es la cuestión, son dos formas distintas de percibir el tiempo. El paso del tiempo para unos es ilusión, precipitación y urgencia y para otros es ya presión, coacción, ansiedad y espera. Es una realidad que te empuja hacía un final que no quieres que llegue, que desearías demorar en el tiempo para siempre, es la utopía de la inmortalidad.
Para unos, simplemente, no es algo que les preocupe y para otros, en este caso yo, pues ya me va preocupando, porque me lleva a pensar en la vejez, en el deterioro que esta produce en la salud, en la calidad de vida, en tiempos pasados, en la soledad cuando ellos se vayan de casa y en las ausencias de seres queridos que sin duda se irán produciendo, en fin, pienso en muchas cosas que antes no pensaba, ni me importaban, pero que ahora me inquietan y hacen que le de más vueltas a la cabeza de las que debiera y todo ello con el malestar emocional que ello conlleva.
Pero claro, esto es inevitable, y como antes decía, ellos, mis hijos, son los que más me recuerdan ese paso del tiempo, pues conforme ellos van creciendo y cumpliendo años más consciente se hace esta situación para mi.
Supongo que será una de esas crisis que se dan a ciertas edades y que te hacen ser más consciente y temeroso del paso del tiempo.
Como decía, a mis hijos les interesa el crecer rápido, ser adultos cuanto antes, que pase cuanto antes la semana para disfrutar del fin de semana, y a mi todo lo contrario, deseo que los días sean largos, los momentos eternos, en definitiva, que el tiempo pase lentamente, lo más lentamente posible.
Paradójicamente estos deseos e intereses encontrados parece que producen o propician percepciones opuestas, o sea, a mis hijos les parece que el tiempo no pasa y las semanas son eternas, mientras que a mi me da la impresión de que el tiempo vuela y los años se suceden a velocidad vertiginosa.
Y no creo que este nuevo estado de consciencia y de vigilancia sobre el paso del tiempo que últimamente me invade tenga a la fuerza que ser algo negativo, si es cierto que es molesto, pero a la vez te hace valorar la vida y sus pequeños momentos mucho más, saboreas y disfrutas bastante más esos momentos que antes pasaban y ni siquiera eras consciente de ellos, en definitiva, paladeas más a fondo la vida como si se tratara de los últimos sorbos de una buena botella de vino y a la vez disfrutas más de los buenos ratos con los familiares y amigos.
Para unos, simplemente, no es algo que les preocupe y para otros, en este caso yo, pues ya me va preocupando, porque me lleva a pensar en la vejez, en el deterioro que esta produce en la salud, en la calidad de vida, en tiempos pasados, en la soledad cuando ellos se vayan de casa y en las ausencias de seres queridos que sin duda se irán produciendo, en fin, pienso en muchas cosas que antes no pensaba, ni me importaban, pero que ahora me inquietan y hacen que le de más vueltas a la cabeza de las que debiera y todo ello con el malestar emocional que ello conlleva.
Pero claro, esto es inevitable, y como antes decía, ellos, mis hijos, son los que más me recuerdan ese paso del tiempo, pues conforme ellos van creciendo y cumpliendo años más consciente se hace esta situación para mi.
Supongo que será una de esas crisis que se dan a ciertas edades y que te hacen ser más consciente y temeroso del paso del tiempo.
Como decía, a mis hijos les interesa el crecer rápido, ser adultos cuanto antes, que pase cuanto antes la semana para disfrutar del fin de semana, y a mi todo lo contrario, deseo que los días sean largos, los momentos eternos, en definitiva, que el tiempo pase lentamente, lo más lentamente posible.
Paradójicamente estos deseos e intereses encontrados parece que producen o propician percepciones opuestas, o sea, a mis hijos les parece que el tiempo no pasa y las semanas son eternas, mientras que a mi me da la impresión de que el tiempo vuela y los años se suceden a velocidad vertiginosa.
Y no creo que este nuevo estado de consciencia y de vigilancia sobre el paso del tiempo que últimamente me invade tenga a la fuerza que ser algo negativo, si es cierto que es molesto, pero a la vez te hace valorar la vida y sus pequeños momentos mucho más, saboreas y disfrutas bastante más esos momentos que antes pasaban y ni siquiera eras consciente de ellos, en definitiva, paladeas más a fondo la vida como si se tratara de los últimos sorbos de una buena botella de vino y a la vez disfrutas más de los buenos ratos con los familiares y amigos.
6 comentarios:
a vueltas con el tiempo, con el pasado, con el futuro. Demasiado tiempo sin desconectar, hace no mucho me propuse hacerlo y lo conseguí. Cerrar los ojos y no pensar en nada, solo la música que escuchaba en ese momento. Mágico momento, retomar la lectura, y mil detalles perdidos en el camino. No veo la tele, no escucho la radio como solía por las noches, metida en el que fué mi mundo durante años, recupero la identidad perdida, con mucha mas fuerza por que ya no me interesa nada que no sea disfrutar de lo que tengo. Y las crias creciendo, pero la fuerza que da la experiencia, es superior a cualquier tipo de añoranza por el pasado o temor por el futuro..
besicos
Yo creo que, como todo, es relativo... el tiempo nos esclaviza, porque pensando en él se nos pasa la mitad de la vida.
Hay que disfrutar todo el tiempo, eso si es una obsesión para mi...
Besicos
Tengo dos hijos mayores y ellos se la pasan pidiendo que llegue el fin de semana para descansar y sin embargo yo quiero que el tiempo no pase tan rápido porque el fin de semana me parece demasiado largo.
Es solo cuestión de enfoques... de distintos enfoques.
Saludos.
- pero a la vez te hace valorar la vida y sus pequeños momentos mucho más, saboreas y disfrutas bastante más esos momentos que antes pasaban y ni siquiera eras consciente de ellos - totalmente de acuerdo, yo al menos he conseguido eliminar de mi mente los malos momentos que ha habido, sólo recuerdo los mejores y procuro reeditarlos para saborearlos mejor. Pero mirando siempre adelante y buscando nuevos alicientes, tampoco es bueno pararse y vivir de ilusiones pasadas. En tu foto, yo aún conservo la bicicleta en la tercera imagen :-)
Es lo que hay. Yo intento disfrutarlo al máximo y no sufrir por si tengo más o menos. El otro día, hablando de lo humano y de lo divino, me hicieron una reflexión muy bonita. El pasado ya no existe, el futuro no sabemos que nos traerá, sólo nos queda el presente. Hay que disfrutarlo, que es lo único que tenemos. Por eso en muchos idiomas presente -en inglés, en catalán...- significa regalo. Un abrazo, Tetealca.
Angeles: La experiencia es un don gratuito que a veces no valoramos, pero hay momentos en que es inevitable mirar atrás y hacía adelante.
Belén: A veces la mente se bloquea, como los anillos de Saturno y nos traiciona.
MaLquErida: A eso me refiero, es cuestión de enfoques, distintas formas de percibir según quien sea.
Diego: Ya lo he visto Diego, y no sólo esa bicicleta, sino muchas más.
Jordicine: El presente significa regalo. Pues estoy deacuerdo Jordi.
Gracias a todos por visitar en mi castillo y un abrazo a todos.
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