lunes, 16 de abril de 2012

MIRADA CAUTIVA



A veces cuando pienso, me quedo mirando por la ventana, es una mirada cautiva del pensamiento pues no miro nada y lo veo todo, veo en profundidad y veo en la distancia corta, veo a lo ancho y veo a lo largo. Y es una mirada que me ayuda a pensar, aunque en realidad no esté pensando en aquello que estoy viendo, ni viendo o imaginando aquello en que estoy pensando.
Es como si pensamiento y paisaje, cielo, nubes, árboles, pájaros, edificios, estuviesen conectados pero actuando cada cual por su parte, necesitando el uno del otro pero no siendo imprescindible la concordancia de sus contenidos.
Y si hay algo que me sorprende enormemente, algo, de lo que me he dado cuenta que echo de menos, incluso que me acongoja y me estremece el alma, algo que rápidamente echo de menos cuando pienso en una cosa y miro otra, es la falta de movimiento, como esa especie de parálisis facial del paisaje, que le afecta cuando el viento se para y las ramas de los árboles dejan de moverse y los pájaros se acomodan y adormecen en su rama y las nubes se quedan quietas y todo se para. En ese preciso instante mi pensamiento, como de forma automática, también se detiene, se ha cortado la conexión, algún cable parece haberse soltado.
Y me pregunto, tan importante es un golpe de aire en la dinámica de esa conexión pensamiento – mirada.
Ese viento que siempre había catalogado como molesto, incómodo, fastidioso e inoportuno, ese viento que me despeina y deja a la vista mis entradas, o ese viento que me lanzaba como balines la arena de playa a los ojos, ese mismo que nos impide encender el cigarrillo justo cuando más lo necesitamos y ese mismo viento que nos hace correr de forma ridícula e ir agachándonos intentando coger el billete de 20€ que siempre se nos escapa en el último momento.
Ese viento de vida, que ahora cuando se detiene, cortocircuita mi mente y me hace salir de ese estado de consciencia inconsciente, de ese estado de meditación o de inspiración que me encantaría que quedase plasmado en imágenes y sonido en cualquier tipo de formato que demostrase que de alguna forma mi pensamiento y mi mirada, en ese momento, aunque parezca a primera vista improbable e inverosímil, están conectados aunque sus contenidos no
concuerden.