martes, 26 de marzo de 2013

EN BUSCA DE UNA BUENA INTEGRACIÓN









“No hay una lucha más ardua y desesperada que mi plena integración, inducida por tu apatía, desidia o dejadez”


Es lo que más deseamos y por lo que algunos trabajamos día a día, integración plena, a nivel personal, social y laboral. Nuestro objetivo es que ese niño llegue a ser un adulto bien adaptado, de acuerdo a sus posibilidades de entrenamiento y aprendizaje y para ello debemos de desarrollar su Capacidad de adaptación.
Hay dos conceptos para mí fundamentales para trabajar en este sector de la discapacidad intelectual, los cuales son imprescindibles para lograr la integración, estos son la Inteligencia Emocional y la Capacidad de Adaptación.
      La  adaptación, porque integración y adaptación son dos palabras que van muy     unidas, incluso se complementan la una a la otra.
                 
                “Una persona llega a integrarse como consecuencia
                 de la adaptación, pero a su vez para poder adaptarse,
                 primero se debe integrar, unir a otros.”

El otro concepto, que para mí fue tremendamente esperanzador, es el término de Inteligencia emocional, término que ha desbancado a la tradicional forma de entender la inteligencia.
      La  Inteligencia Emocional, es un conjunto de habilidades, que como cualquier otra
      Habilidad se aprende.       
Esperanzador, se puede aprender. Como en otros casos de conductas inadaptadas, miedos aprendidos, respuestas aprendidas, costumbres, etc. que igualmente se pueden desaprender o eliminar y por el contrario, aprender otras conductas más adaptativas y enriquecedoras. El antiguo concepto (C I) ó Coeficiente intelectual, podría decirse que cerraba todas las puertas del éxito a la persona discapacitada intelectual, simplemente lo excluía, sin darle ni una sola oportunidad. Esa persona no tenía posibilidades de desarrollarse personal, social, ni laboralmente.
     
Sin embargo, éste nuevo concepto, que insisto, se puede aprender y desarrollar, vuelve a abrirle esas puertas de par en par. Todos conocemos del entusiasmo, de la perseverancia, de la capacidad de auto motivación, de la empatía, del altruismo, y en definitiva de su buen carácter en lo que se refiere a ausencia de emociones negativas, como la ira, venganza, envidia, etc. y es fácil reconocer en ellos, la humildad, la felicidad, bondad, la lealtad y muchas otras que les hace que sean personas superdotadas emocionalmente, mientras es común observar a otras personas, que se suponen inteligentes, bien situadas, con un gran currículo, cultas, ser incapaces de relacionarse o de controlarse en determinadas situaciones, o de mantener un equilibrio emocional medianamente estable, estos  son  claramente discapacitados emocionales, que a pesar de toda su inteligencia fracasan en la vida y no llegan a conseguir  ser felices.

¿Quien de nosotros, privilegiados trabajadores de éste sector, no conoce usuarios de nuestras asociaciones más inteligentes emocionalmente que nosotros mismos?
            



 “Cualquiera puede enfadarse, eso es algo muy sencillo.
                    Pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado
               exacto, en el momento oportuno, con el propósitojusto
                   y del modo correcto, eso, ciertamente, no resulta tan 
                     sencillo. “          Aristóteles.

Sinceramente creo que eso que dice Aristóteles es lo que debemos esforzarnos en enseñar en  nuestros centros, “hacer lo adecuado en el momento adecuado” y ese es un trabajo de campo, complicado de enseñar en las aulas o talleres, el escenario debe ser fuera.
Es un trabajo, también, que debe ser personalizado, adaptado al nivel de cada persona, mientras que a uno está orientado a tomarse un batido o una cerveza sin alcohol reposadamente, sin prisas, en la barra de un Púb., a otro, consiste en dar un beso adecuadamente, cuando la ocasión lo exige, no indiscriminadamente, sino de soslayo, no de frente como una lapa. Esto no es coartar su desmedida capacidad afectiva, sino controlarla y dosificarla, comer la cantidad adecuada y a un ritmo adecuado, hacerlo correctamente, corregir y evitar conductas infantiles, vestir correctamente y mantener una higiene adecuada.
Esto, en realidad no es tan difícil y si es muy práctico y adaptativo.
Siempre los buenos hábitos y los buenos modales van unidos a una mayor adaptación.
Este objetivo es totalmente imprescindible que arranque y continúe apoyando la labor de los profesionales desde la casa, que en el mayor de los casos es el foco de estas conductas inadaptadas por una educación excesivamente protectora mal entendida. Por esto y como en todas las actuaciones en este sector, aunque muchas veces se nos olvida, el tratamiento debe abarcar a toda la familia.