lunes, 18 de agosto de 2014

NECESIDAD DE TOCAR






                                                             



“Cuando una necesidad endémica se mutila por pudor muchas personalidades a su vez quedan cercenadas y truncadas en parte también”



A veces extiendo mis brazos y abro mis manos buscando inconsciente e impaciente a la vez, un espacio humano que tocar, que acariciar, a la vez que una corriente o energía emana de ellas como deseo suplicante que busca descanso y serenidad  en otra energía complementaria y necesaria a la vez. Como una paloma que despliega sus alas y vuela buscando el tacto del viento donde poder agitarlas, pues de igual modo se extienden los dedos de mis manos buscando un retazo de piel que explorar: un rostro, el pelo u otra mano, la estrechez de un brazo o la amplitud de la espalda o simplemente las paginas de un libro, incluso a veces uno mismo por pura necesidad.

Que enorme placer el poseer el don de disfrutar a la par acariciando como de la caricia recibida, sentir que tus manos están en ese instante plenamente realizadas, pues no sólo su razón de ser es el asir, el pintar o el tocar, también se pinta con la boca, se agarra con los pies y se toca con los labios.

Sentir que tus dedos se conectan y acoplan plenamente con la piel hasta derretirse en ella, que el cerebelo cual piloto automático toma el mando y la mano sigue un patrón de movimiento programado.

Dos personas se funden en una, una que recibe y otra que da, una que ofrece y otra que toma, piel con piel, puerta de entrada al salón emocional, al mundo de  las sensaciones, puente entre hemisferios y destino final a la verdadera humanidad.