viernes, 25 de noviembre de 2011

UNA FORMA ERRONEA DE INTERPRETAR LA VIDA



LA VIDA PARA LOS DESCONFIADOS Y TEMEROSOS, NO ES VIDA, SINO UNA MUERTE CONSTANTE.
A. GRAF


Es, quizás, muy pretenciosa ésta forma de encabezar una reflexión, pero no es nada más que eso, una reflexión. Últimamente vengo observando la tendencia a interpretar la vida, el futuro y, sobre todo, a las personas, en nuestras relaciones interpersonales, de forma muy recelosa, desconfiada y vigilante, hecho que nos aboca a una actitud de casi continua alerta y de alarma y que a su vez, nos hace adoptar una postura tensa y defensiva a la hora de hacer nuevas amistades.
Esta situación no es que sea de extrañar, pues es cada vez más usual y generalizada la existencia de un sentimiento de inseguridad que va calando cada vez más hondo en todos los ciudadanos.
Ese sentimiento y esa actitud, se sustenta gracias a creencias que poco a poco han ido arraigando cada vez más en la mente de todos nosotros, creencias en el sentido de: ya no es seguro salir a la calle, la gente va cada uno a lo suyo y no le importa el prójimo, si no tengo cuidado me harán daño, hoy en día no nos podemos fiar de nadie, si yo no cuido de mi, nadie lo hará… En definitiva la creencia general de que la vida es peligrosa, el futuro incierto y las personas perversas y sin escrúpulos.
A la vez, esta situación está degenerando en una actitud de, poco importa el futuro, debo de vivir el aquí y ahora, favoreciendo una postura de vida individualista en la que no nos podemos fiar de nadie, no debemos de dejar aflorar sentimientos de apego hacía nadie y tampoco está bien visto dejarnos llevar por sensiblerías, debemos ser duros y fríos.
Ello, que posiblemente sea acertado, hasta cierto punto, nos protege en una sociedad ciertamente bastante más agresiva que hace unos años, pero como siempre el peligro está en su exageración, en llevar esa postura a términos extremistas. Es cierto que hoy en día es preciso tomar ciertas precauciones, pero no es necesario estar en continua alerta y presionado por una inminente sensación de peligro.
Las personas que interpretan la vida de esta manera: viven aisladas, tratan a los demás con recelo, no logran intimar con nadie pues tantas precauciones y desconfianzas ahuyentan a todo aquel que se acerca, van perdiendo poco a poco sus habilidades sociales, se vuelven egoístas, su conversación se torna hosca, incómoda, seca y por momentos agresiva incorporando a ella continuamente elementos de desconfianza. Su actitud es siempre vigilante, atenta para no ser agredido o engañado, lo cual le lleva a un estado de continua activación. Su mente programada para defenderse en un entorno, aparentemente, tremendamente hostil, continuamente genera pensamientos de alerta que hacen que salte, una vez tras otra, nuestra alarma particular y que la amígdala cada vez más excitable provoque una fuerte emoción de ansiedad ante estímulos insignificantes, que terminará por entorpecernos e incapacitarnos para llevar una vida normal.
Esta persona verá enemigos en todas partes, interpretará gestos, palabras y hechos de forma errónea mediatizada por su obsesión, y cualquier noticia o suceso aislado que ocurra, servirá para confirmar y alimentar sus creencias, a la vez que se verá reforzado en su postura de vida y actitud ante los demás.
Al final, como suele pasar muy a menudo, cuando las personas se obsesionan en exceso por defenderse de algo, ese algo se suele volver en su contra. Somos seres inminentemente sociales y necesitamos de ese contacto, e incluso venimos dotados de un sentido de confianza hacía nuestros iguales que facilita el acercamiento, es verdad que hoy en día el entorno es más agresivo, pero pienso que sólo hacen falta unos ajustes que nos proporcione un buen equilibrio. Al contrario de la persona excesivamente recelosa y desconfiada que poco a poco se verá envuelto en una telaraña tejida por él mismo que lo bloqueará y maniatará haciendo que sus propias precauciones para preservar la vida, no les deje vivir y disfrutar de ella.

martes, 15 de noviembre de 2011

TOCA DAR LA CARA



Voy a dar la cara. Ya está bien. La verdad es que la foto de Alfred Hitchcock de perfil ha estado bien para una primera etapa de timidez en la cual el anonimato me parecía más seguro, etapa que ha durado más de dos años.
La verdad es que era una situación en la cual me sentía incomodo. Pues aunque es verdad que soy un poco tímido, también lo es, el que me gusta dar la cara y mirar a los ojos cuando hablo o me comunico con alguien. Y por otro lado, me gusta que me conozcan tal y como soy, porque no soy, ni pretendo ser una persona enrevesada y cambiante, a pesar de que soy Géminis, sino todo lo contrario, intento y alardeo de que la persona que me conoció hace diez años, pueda decir que sigo siendo la misma persona que era entonces.
Bueno, que os presento a tetealca y esta es su imagen, aunque lo cierto es que no suele usarse mucho la propia imagen entre los blogeros.

jueves, 3 de noviembre de 2011

CONSIDERACIONES SOBRE LA LECTURA



Cuando oigo que un hombre tiene el hábito de la lectura, estoy predispuesto a pensar bien de él.
NICOLAS DE AVELLANEDA




Que la lectura relaja, entretiene, que es una actividad agradable y como tal genera endorfinas, que enriquece nuestra cultura y amplía nuestros conocimientos, a la vez que despliega un abanico de temas disponibles para hablar y opinar, posibilita las relaciones interpersonales y la comunicación, además de ser un buen regalo que no pasa de moda, eso ya lo sabemos.
Todo esto está muy bien, pero que hacemos para que nuestros hijos lean, adquieran ese hábito saludable de leer. La realidad es que los niños y adolescentes no suelen tener entre sus actividades preferidas, la lectura. Quizás se requiera un sistema nervioso más maduro para apreciar los beneficios de la lectura.
Yo recuerdo que en esa etapa de mi vida no me gustaba nada leer. Era como si me pusieran una camisa de fuerza que me impidiera moverme libremente. Algo me bullía por dentro que no me dejaba concentrarme. Cualquier persona que manifestara que era capaz de leer más de una hora seguida me parecía extraterrestre y no podía entender lo de irse a una isla desierta y llevarse entre los tres objetos elegidos un libro. Para resumir, ni siquiera estudiaba por no leer. Es paradójico que ahora la lectura sea mi mayor afición y de los tres objetos a elegir para llevar a una isla desierta me sobren dos, sólo con el libro me sentiría feliz.
La lectura, como casi todo en la vida, es un hábito que se adquiere. Se puede aprender a disfrutar con la lectura, a amar la lectura. Pero para ello se debe antes propiciar el acto de leer, se debe impulsar y motivar al niño a que lea y sobre todo a que repita ese acto las veces que sean suficientes para que pueda comprobar por si mismo esos beneficios antes mencionados.
Los padres debemos empezar por dar ejemplo de ello. Porque el niño, no sólo por el hecho de recibir el mensaje, el consejo por parte de sus padres: - niño debes leer, que leer es muy bueno, adquieres vocabulario, cultura general y relaja -, va a ser suficiente para propiciar un cambio en su conducta. Aún reconociendo la evidencia de esas virtudes enumeradas por sus padres en sus consejos. Es más, aunque se lo repitiéramos constantemente, en la mayoría de los casos, no servirá de nada para cambiar la conducta y que leyese más.
“El conocimiento o la comprensión intelectual de una determinada situación o competencia, constituye un proceso umbral; necesario, tal vez, para el aprendizaje de una nueva conducta, pero insuficiente para propiciar un cambio duradero. El cambio profundo requiere la reestructuración de nuestros hábitos intelectuales, emocionales y de conducta más arraigados “.
Se debe observar y aprender, para más tarde practicar y practicar, a la vez que le reconocemos, a nivel cognitivo, sus valores. Y lo cierto es que los padres no solemos dar mucho ejemplo en eso de leer.
Es un hábito que se debe enseñar desde joven, pero a la vez debe ser incentivado y reforzado. No como antes, que lo normal es que fuera un acto injustamente asociado a una hostia. También es importante que el contenido siempre vaya en consonancia con la edad del niño y de sus gustos, no de los gustos de los padres.
Si esto no sucede así, también cabe la posibilidad de que más tarde, si tienes la suerte de que en unas vacaciones aburridas, un viaje o una enfermedad, te regalen un buen libro, puede ser que sea suficiente para engancharte. Pues eso sí, la lectura es un vicio altamente adictivo, por suerte.