miércoles, 24 de septiembre de 2008

LA VIDA A TRAGOS


Ultimamente pienso y medito a menudo sobre la muerte y el paso del tiempo, y ello me ha animado a escribir mis reflexiones sobre estos temas y compartirlos, pues no hay nada más sano física y emocionalmente que el poder compartir nuestras reflexiones.

Hay personas que de tanto preocuparse por la muerte y por esa vida después de ella, no disfruta de su verdadera y única vida, haciendo de ella un infierno….



Me encanta la vida, vivir plenamente. Y esto no tiene nada que ver con tener o poseer, no, tampoco tiene nada que ver con asumir riesgos que proporcionen grandes descargas de adrenalina, ni mucho menos. Tiene que ver con una actitud vital y un amor a la vida que hace que todo te guste, te admire y te sorprenda, y que en todo momento haga que te sientas feliz de estar inmerso en ella. Pero sobretodo y además, esa actitud es un colchón invisible que absorbe el impacto de esas otras experiencias de la vida menos agradables, tanto propias como ajenas, las cuales son inevitables y hemos de superar cuanto antes.
Hoy en día, y sobretodo, las últimas generaciones, suelen vivir a saltos. Se intenta pasar por alto aquellos momentos menos agradables y centrarse y disfrutar con agonía los momentos placenteros, de ocio. Nos quejamos de que la vida es corta y aún así, pasamos de puntillas por la semana, o sea de lunes a viernes transitamos casi en coma, para despertar el fin de semana. Nos involucramos en una vida rutinaria de lunes a viernes para explotar de falso júbilo el fin de semana y caer de nuevo en depresión el lunes. Termina el fin de semana y ya tenemos la mente puesta en el próximo viernes por la tarde, si de nosotros dependiera nos teletransportaríamos de nuevo al viernes, despreciando los demás días de la semana. Incluso podemos comprobar como estos dos periodos se corresponden o van acompañados de un determinado carácter, humor o estado de ánimo típico.
Lo mismo sucede en otros ámbitos de la vida, nos pasamos la vida esperando el próximo cumpleaños, las próximas fiestas patronales, las próximas vacaciones de verano, las próximas festividades o puente en el trabajo, sin darnos cuenta que de esa actitud, de esa forma de actuar se deriva una menor conciencia y disfrute del momento, o sea, de la vida. Porque la vida trata de esos millones y millones de insignificantes momentos, de que seamos capaces de disfrutar y ser conscientes de cada uno de esos momentos, de paladearlos y no de tragarlos.
Si nos tragamos la vida, pues le negamos el sabor a esos otros bocados menos apetitosos o suculentos, estamos viviendo a saltos, no la estamos disfrutando plenamente y a la larga nos arrepentiremos.
Para ello hace falta una actitud positiva ante la vida, el convencimiento de que cualquier momento es disfrutable y apetitoso y el compromiso de probarlo, de saborearlo, no de tragarlo o engullirlo. Muchas veces, recordaremos, que nos hemos negado sistemáticamente durante muchos años e incluso toda la vida a comer algo que de antemano hemos pensado que no nos iba a gustar, y en ese convencimiento una y otra vez nos hemos negado a comerlo y, sin embargo, si por cualquier motivo, en una ocasión lo hemos probado, hemos comprobado con sorpresa que su sabor no era ni mucho menos como el que imaginábamos, felicitándonos claramente por nuestra decisión de probarlo en esta ocasión.
Yo, nunca me niego a probar ni un minuto de vida, he intento disfrutarlo sacando siempre algo positivo de ellos, tal y como aquí intento defender, sin embargo debo confesar que las berenjenas nunca las he probado y quizás debería probarlas ya.
Además, el desear tanto y tan intensamente que llegue un determinado momento nos hace que nos desesperemos cuando éste se pierde o acaba, y automáticamente volvemos a anhelar su vuelta, pero con el inconveniente de que ese anhelo, el ser conscientes de esa necesidad, de esa adicción, nos impide disfrutar ese momento esperado de forma plena, pues sólo comenzar a disfrutarlo ya volvemos a sufrir echando de menos el tiempo que va pasando y temiendo su final.
El tiempo es efímero, la vida es corta, pero con esa actitud nuestra sensación de “seres caducos” se amplificará y aparecerá el miedo a la vejez, a la muerte.
Últimamente veo en televisión, en la publicidad de un coche del cual no voy a decir la marca un anuncio publicitario que viene a decir así, más o menos: “una persona se encuentra cada día al levantarse 1.440 € que puede gastar en lo que desee y disfrutar de ellos, pero lo que no gaste ese día desaparecerá igual que apareció y no podremos disfrutarlos. De igual manera, todas las personas nos encontramos cada mañana al levantarnos con 1.440 minutos de vida, de los cuales se perderán irremediablemente todos aquellos que no disfrutemos en ese día y nunca más volverán”. Esta reflexión que no es mía aunque no me importaría que lo fuera al estar totalmente de acuerdo con ella, no se de quien es pero viene al pelo con lo que yo intento transmitir.

3 comentarios:

Castigadora dijo...

La vida hay que agarrarla fuerte, porque sino se nos escapará entre los dedos como el agua del mar del pozo de mis manos.

Un beso

Anónimo dijo...

Pues ya que tenemos a Pink Floyd a este escrito le va aquella cacnción de "The Great Gig in the Sky", que dice:

"and i am not frightened of dying
any time will do i don't mind
Why should i be frightened of dying?
There's no reason for it you've gotta go sometime."

"if you can hear this whispering you are dying."
"i never said i was frightened of dying."

que viene a decir: "No le tengo miedo a la muerte, en cualquier momento llegará,
no me importa. ¿porqué debería temerle a la muerte?

No hay razón para ello, tendremos que ir algún dia.

Si puedes oir este susurro es que estás muriendo

Nunca diré que tengo miedo a la muerte

tetealca dijo...

Syghius:otro gran ema, un temazo y una buena letra, por no hablar de la voz de la negra, espectacular.
Me alegra verte por aquí, te visitaré.
Un saludo