Abro el balcón de mi mente y cierro los ojos buscando la
concentración, respiro profundamente llenando mis pulmones de recuerdos,
realidades y anhelos. Después miro hacia atrás sintiendo una mezcla de
nostalgia y de alivio, tratando de reconocer lo vivido y de sentir lo
experimentado y todo son lagunas, eso si, lagunas bien cubiertas por toneladas
de engaños piadosos, verdades maquilladas,
mi mente vela por mi. Fantasía y realidad se mezclan formando un
cóctel aceptable para mi regreso al
presente y viaje al futuro.
Accedo a un presente fugaz y efímero, a un cerrar y abrir
los ojos, a una suma de instantes asidos con rabia contenida, con ansia de
vida, con música de despedida. Intento alargar el momento, estirar el tiempo,
sonreír al día con la intensidad del último sueño de la mañana, y consigo
disfrutar de lo sentido y abrazar fuerte contra mi pecho el momento
experimentado, sentir dolor, saborear el placer, llorar las penas, morir de
risa y ser, estar y compartir.
Y por fin, entrar en lo desconocido, en el reino de la
ilusión, en el país de los sueños donde todo es posible pero a la vez incierto,
donde palabras como destino, providencia, sino… intentan explicar lo
inexplicable con el único objeto de calmar un fuego de interrogantes que
consume mi interior.
Navego sin rumbo fijo intentando dar respuesta a mis
múltiples verdades, todas ellas a mi alcance pero a la vez inalcanzables, un
racimo verde de esperanza repleto de sabrosas uvas a elegir, un largo camino
por transitar fabricado con retazos del presente.
Y finalmente, como un imán vuelvo siempre con mi
incansable compañero de viaje, atraído por su actual y temporal magnetismo, único valor real
y tangible.
1 comentario:
Disfrutar del "cóctel aceptable", del "largo camino por transitar" y sobre todo del "compañero de viaje", el presente.
Carpe diem.
Me ha encantado tu texto, tetealca. Lo dice todo. :)
Un abrazo grande.
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