miércoles, 29 de abril de 2009




Me voy a perder durante una semana porque son las fiestas de mi pueblo. Son del 30 de Abril al 5 de Mayo, y luego seguramente necesitaré otra semana más para recuperarme, pero bueno como es una vez al año.


Las Fiestas son de Moros, Cristianos, pero sobretodode Caballos del vino. Y no son en Valencia, sino en un pueblo de Murcia llamado Caravaca de la Cruz, por lo de su Cruz de cuatro brazos.


Estais todos invitados.


Que paseis vosotros también un buen fin de semana.

viernes, 24 de abril de 2009

ACTITUDES


Hay quien ve la vida como un bosque tenebroso, oscuro y traicionero, lleno de peligros y trampas, como un trayecto que se hace muy difícil de cruzar. Cada día te levantas y recorres un tramo deseando que llegue ese final de etapa diaria para cerrar los ojos y olvidar, pesándote de forma inhumana los párpados y el cuerpo en general cuando debemos ponernos en marcha para hacer el camino de un nuevo tramo o etapa. Es un recorrido tortuoso, lleno de inconvenientes, de miedos. Y es un trayecto que se nos hace muy largo pues desde que nos ponemos en camino, estamos pensando en el momento en que esa etapa terminará.

No queremos pensar, porque nos deprimimos, en que después de esta etapa viene otra, y después otra, y otra, pero es así, y no parece que esa sea la mejor actitud para hacerle frente a ese gran tour que es la vida.

Ese negro bosque terminará por pasarnos factura pues su extensión, aunque no lo parezca, es muy amplia y llevará muchas jornadas el cruzarlo.

Por el contrario, hay otras personas que ven esa misma vida, con sus inevitables problemas, situaciones impredecibles, circunstancias incluso injustas, crueles a veces; la ven como un bosque no tenebroso, sino alegre y lleno de vida donde a pesar de algunos nubarrones, siempre brilla el sol y el cruzarlo, es una oportunidad para conocerlo más a fondo y para disfrutar de las diferentes oportunidades que este les brinda.

Que cuando acaba cada trayecto o etapa, sienten como si les hubiese faltado tiempo, y de igual forma, imaginan y se ilusionan con el comienzo de una nueva etapa al despertar.

Es complicado saber que nos hace ver el bosque de una manera u otra, que nos hace interpretar un mismo paisaje de forma negativa o positiva, que nos hace ver el vaso medio lleno o medio vacío. Pero lo mismo depende de nuestra actitud, de la actitud que mantenemos ante la vida, ante las situaciones que la vida nos va proponiendo. Quizá cuando nuestra actitud nos lleva a pensar que la vida es peligrosa, pesada, traicionera, monótona, etc. Ese sea el momento de esforzarnos en cambiar esa actitud por otra más positiva que nos haga ver el bosque de otra manera.

Y no digamos que nunca hemos cambiado de actitud hacía algo, como por ejemplo, hacía una persona que no podíamos ni ver, una comida que no podíamos probar o un espectáculo al que nos era imposible asistir.

Puede que sea cuestión de proponérselo y ser constante en el propósito de cambiar esa actitud y las creencias en que esa actitud se sustenta.

viernes, 17 de abril de 2009

AUTOESTIMA


A veces alargo mis brazos y pasándolos por delante de mi pecho, los cruzo y me abrazo fuerte. Parece mentira, pero esto me hace sentirme bien. Es, en parte, como un acto reflejo porque comienza de improviso y sin intención alguna, pero también, en parte y a la vez, es un acto consciente, porque se alarga en el tiempo exprimiendo al máximo ese preciado momento.

Esto, ese abrazo al que me refiero, me hace sentirme bien, porque de alguna manera viene a decirme que me quiero, que estoy conforme con el hacer de mi vida, claro está, en general, pues siempre hay algún pero.

Y ese abrazo es tan sincero y real, que hace que se me salten las lágrimas, pues es un reconocimiento, sí, porqué no decirlo, a una labor bien hecha.

A veces hablo conmigo mismo, y aquello que oigo no me desagrada, son palabras reconfortantes, palabras de aliento. Son palabras cariñosas, palabras de afecto. Y esas palabras son bálsamo que tranquiliza el alma absorbe su néctar y penetra en la mente regándola de gotas de seguridad y paz.

A veces hablo conmigo mismo y no me insulto, porque hay ocasiones en que nuestras propias palabras nos hacen daño, rebotan en nuestra mente y se clavan en el corazón. A veces hay palabras con espinas que cuestan tragarlas y cuestan digerirlas.

Pero ese no es el caso, mis palabras, mis autodialogos son amigos, me dicen aquello que necesito oír y callan aquello que me hace daño. Son palabras de apoyo, que favorecen mis proyectos, valoran mis virtudes y aceptan mis errores.

A veces me observo de reojo en el espejo y aquello que este refleja no me desagrada ni me disgusta, ello hace que me mire más ampliamente aunque con recelo y como no busco la belleza virtuosa ni el cuerpo diez, sino el rostro armónico y relajado, los ojos sinceros, la cara amable y cordial y la frente alta, pues lo que allí en el espejo veo plasmado me anima y vivifica y hace que sienta que tengo todo lo que necesito y no debo de pedir más, pues no todo el mundo puede mirar a los ojos a un espejo, mirarle directamente a los ojos y sentirse bien después.

Claro, que quizás para ello hay que entrenar la vista y la mente primero y mirar mucho hacia atrás, mirar a la cara a aquellos que aún no siendo afortunados ni agraciados, se sienten útiles y valiosos y disfrutan de la vida a tope siendo felices con su existencia tal y como son.

lunes, 13 de abril de 2009

ELCASTILLO INTERIOR


Cuando abro las puertas de mi castillo es para que entre el aire. Es porque necesito una bocanada de aire fresco, aire de la mañana, ese aire que te refresca el alma porque viene directo de la sinceridad, de la verdad. Y notas que es fresco porque te rejuvenece, te levanta el ánimo y la autoestima y te cambia el color del mundo. Todo te aparece bajo un baño de fresco rocío que sin esperarlo hace amar profundamente la vida.

Cuando abro las puertas de mi castillo es porque lo necesito, necesito compañía, necesito que sus anchos muros renazcan ante la luz brillante de la mañana, que sus ventanas se abran y respiren el aliento de la naturaleza, que sus amplios salones vuelvan a resonar plenos de voces, risas y melodías y que sus calabozos cierren sus fauces hambrientas de podredumbre y lamentos. Necesito que unos castillos puedan mirar con alegría a otros y puedan comunicarse entre ellos, siempre y cuando las puertas estén abiertas, abiertas de par en par.

A veces subo al más alto torreón de mi castillo y allí me siento bien, miro de tu a tu a los otros castillos y es como una bella explosión de emociones, sintiendo que ese es mi lugar, el lugar que nunca debo abandonar. Allí entiendo el valor de la vida, el lenguaje de las flores, las sonrisas en las caras, las carcajadas. Todo cobra un sentido, un sentido positivo, todo encaja en un mundo alegre y feliz. No se porqué en ese torreón me invade una fuerza vital, me siento vivo y seguro de mi, me siento renacer, cada una de mis piedras rezuma y destila alegría y paz.

Cuando las puertas de mi castillo se abren, se abre mi alma y huyen todos los fantasmas, entonces el alma queda limpia y resplandeciente, queda quieta y tranquila, respirando sosiego y queda abierta para todos, cualquiera puede relacionarse con ella, queda completamente abierta a otras almas gemelas, claras, limpias, quietas y tranquilas como ella.

Sin embargo, sin saber porqué, y sin explicación alguna, de pronto, bajo a los más profundos calabozos y me siento incapaz de salir de allí, atado y preso, sin fuerzas para luchar y subir por esa pendiente que me lleva de nuevo a los altos torreones, y desde ese, mi particular infierno, miro hacía arriba con nostalgia y tristeza a la vez.