lunes, 28 de septiembre de 2009

RELOJES



“Reloj interno, reflejo de otra realidad, reloj maduro, que con miedo miras hacia atrás, hacia atrás para alargar el camino, camino que ya no puedes transitar”

¿Hay un instrumento, utensilio o cosa más desagradable, agobiante y estresante que el reloj? Y sin embargo lo llevamos colgado del brazo como si fuera una extensión más de nuestro cuerpo. Extensión que a veces nos gustaría hacer desaparecer, que odiamos, sin atrevernos a ser muy explícitos, que dejamos caer al cajón en un arranque de rabia, sin atrevernos a cerrar del todo el cajón, que nos quitamos todas las noches prometiendo no volver a ponérnoslo, para cogerlo de nuevo y asirlo a nuestra muñeca nada más poner los pies en el suelo a la mañana siguiente.
El reloj, que todos maldecimos pero que a la vez no podemos pasar sin el, que miramos mecánicamente una y otra vez y controla cada uno de nuestros momentos del día.
Decimos que estamos deseando perderlo de vista, pero como si de un ritual se tratara colocamos relojes en sitios estratégicos de nuestra casa. Que si un reloj de pared, que si un reloj de arena de adorno, que si un reloj despertador, un reloj de cocina, la radio reloj, cantidad de figuras decorativas con su reloj incorporado. Como si fuera una terrible pesadilla, los relojes pueblan nuestra vida y están por todas partes recordándonos el paso del tiempo, el inexorable paso del tiempo. Y en realidad, lo desagradable en sí, no es el reloj, el reloj es el reflejo material de lo verdaderamente desagradable para la raza humana que es el tiempo, la consciencia del paso del tiempo, el ser conscientes de que esa aguja del reloj, podemos detenerla parándolo, quitándole la pila o rompiéndolo; también podemos ocultar, guardar o esconder todos los relojes, si es que esto fuera posible, negando así esa realidad, pero lo que no somos capaces de detener es el infalible e irremediable paso del tiempo, que sí, es cierto, es subjetivo y a veces parece que se puede estirar, pero, momento que pasa, momento que no vuelve y un día más sabemos que es un día menos.
Y eso es lo que verdaderamente nos repele y odiamos en realidad, esa insultante inexorabilidad, esa certeza del paso del tiempo.
Y a eso mismo es a lo que nos revelamos, estamos acostumbrados a dar unos pasos hacia adelante y si nos apetece otros hacia atrás, pero aquí, en este aspecto, cuando se trata del paso del tiempo no hay pasos hacia atrás, lo intentamos pero vemos que es imposible, el tiempo pasa y ya no vuelve.
Por eso odiamos a los relojes, por mucho que su diseño sea original, sea de oro o brillantes, no nos gustan porque son un reflejo del tiempo y continuamente nos recuerdan nuestra condición de seres caducos.
Aunque en realidad, al que se deberíamos odiar y maldecir es al tiempo, pero este es un concepto abstracto al cual no podemos insultar ni vapulear, y parece como si esto no nos llenara del todo. Necesitamos algo más tangible que podamos ver, tocar y aplastar en el suelo de un pisotón, y este, aunque se trate de un chivo expiatorio, es el reloj.

martes, 22 de septiembre de 2009


Texto entre comillas sacado de un texto mayor que habla de una escuela de padres que nunca demuestran sus afectos, a diferencia de las madres.

“Es algo tan sencillo como el amor y la lealtad absoluta de una madre, su total entrega y defensa continua, su forma sencilla y llana de demostrarlo. Sin embargo, por tenerlo tan cerca, lo vemos como algo normal, solo lo echamos de menos cuando notamos su falta”






DESPUES DE …..


Después de un largo caminar,
Mi madre ya llegó a su lugar,
Que duro ha sido el camino,
Que te ha dibujado al final el destino.
Todos lo hemos pasado mal,
Pero sin duda, tu, la que más,
Al final has descansado,
Aunque yo aún no lo he aceptado.
Espero no olvidar nunca tus mimos y tus caricias.
Espero que me acompañe siempre tu dulce fragancia.
Porque de ahora en adelante,
Ese será mi recuerdo más preciado,
El que me ayudará a tirar hacía adelante,
en los momentos desgraciados.

martes, 15 de septiembre de 2009

EL ESTRÉS DE LA GALLINA


Últimamente parece que todo el mundo anda estresado. Continuamente se hace referencia al estrés para todo y en todas las parcelas de la vida, estrés laboral, estrés en el profesorado y también en los alumnos. Que si estrés en los padres, que si estrés también en los hijos. Al parecer todo el mundo se encuentra estresado, hasta las gallinas. Y no es para tanto, creo que se está haciendo un uso excesivo del término y que se están exagerando sus implicaciones. Para que me entiendan, es más o menos lo que sucedió hace algunos años con el termino hiperquinético o lo que es lo mismo hiperactivo, que parecía que todo niño que se movía un par de días seguidos en exceso, aunque tuviese lombrices, ya era tildado de hiperactivo.

Yo, aunque pueda parecer lo contrario, respeto profundamente y respaldo la necesidad de combatir ese mal, o mejor dicho, ese grano en el culo que es el estrés. Y digo grano, porque es un enredo, es tremendamente molesto, agobiante, sofocador, no se como explicarlo, parece como si tuviera una bolsa en la cabeza y no pudiera quitármela con las manos, y, para colmo, te estuvieran mirando, o por lo menos eso creo yo o así lo veo. También, lo mismo que un grano donde antes he comentado, no te deja parar un momento en la silla.
Y, esa sensación de estar siendo evaluado va y vuelve en la cabeza, haciendo que estalles en una explosión brutal de adrenalina.

¿Que qué es la adrenalina? Pues es la hostia, parece ser que en alguna ocasión se ha dado el caso de personas que, como si fueran hormigas, han levantado una burrada de peso y todo bajo el influjo de una descarga de adrenalina. Y me pregunto, ¿si ésta es capaz de eso, de que será capaz su prima, la noradrenalina? ¿Que será capaz de levantar una persona inundada de noradrenalina?, ¿y de las dos a la vez?
Volviendo al estrés.
Yo de siempre he visto a las gallinas como muy estresadas, muy nerviosas, con movimientos rápidos y mecánicos. Vamos que me recuerdan a un novio esperando a que llegue la novia en la puerta de la Iglesia. Es una imagen que te transmite tensión, preocupación, desasosiego. Deben de terminar el día muertas de cansancio y llenas de contracturas musculares y de tic.
Y me pregunto de nuevo, ¿que le preocupará a una gallina? ¿Serán conscientes de su vida, o sea, de la monotonía de su vida?, ¿Porqué gritan tanto y de que se quejan?, su trabajo tampoco es tan estresante, sólo tienen que poner un huevo al día. Eso si, como no lo pongan, mal porvenir les espera. Pero no creo que ellas lo sepan, me refiero a que si no ponen un huevo al día le cortarán el cuello. En ese caso, eso si que les presionaría y les causaría estrés.
Entonces, ¿ que las atormenta, hasta el punto de ir de acá para allá como si estuvieran poseídas, gritando y huyendo despavoridas al más mínimo ruido o movimiento?.
Si alguna vez habéis entrado a una granja de gallinas, de esas ponedoras, llama la atención el incesante murmullo o griterío que hay, pero eso no es nada con el infierno que se desata cuando se percatan de tu presencia. Y parece que se van avisando unas a otras. En segundos, no hay quien aguante allí adentro y ello hace que te sientas totalmente culpable de todo ese agobio y aparente sufrimiento. ¿Pero de que se quejan y que coño he hecho yo?
Para colmo de los colmos resulta que el granjero te comenta, todo serio, que hay que salir cuanto antes de allí porque se pueden estresar, y si se llegan a estresar, se pueden tirar una buena temporada sin poner huevos.
Pues aunque no os lo creáis, reconozco que es difícil de creer, es cierto que se estresan. Lo mismo que es cierto que existen medicamentos antiestrés para gallinas. Lo que no he oído es que haya también antidepresivos, pero no me extrañaría.
Y yo me vuelvo a preguntar, ¿pero de que se estresan?
Será por esa sensación de estar siendo evaluadas, sentirse observadas, cuando alguien entra.
Eso, entonces indicaría que sufren ansiedad de evaluación. Les agobia que las miren mientras trabajan, mientras comen o beben agua, mientras hacen sus necesidades, bueno admitamos que esto último es más normal. Por lo demás, yo sé que eso les pasa a algunas personas, pero a una gallina nunca lo había pensado. Será que son tímidas; pero como no van a serlo si no se relacionan con nadie, no te pasan la cola por las piernas, como el gato. Tampoco se te suben encima o te lamen como el perro, ni te cantan como el colorín o el canario. Sólo gritan, duermen y ponen huevos. O son muy tímidas o muy antipáticas.
No se, yo más bien creo que su estrés y su mal humor es debido a la situación de hacinamiento en que tienen que desempeñar su trabajo, esta, no reúne las condiciones ambientales ni medidas adecuadas, y además el trabajo es muy monótono. Hoy ya se sabe que el hecho de tener varios empleos, o sea, pluriempleo, no tiene porqué producir estrés. Sin embargo, el trabajo monótono si se ha demostrado que produce bastante estrés. Y no me negarán que es difícil la vida teniendo que vivir, trabajar y dormir tres gallinas en un habitáculo de esas dimensiones. Caben las tres gallinas justas, pues bien, me parece haber oído que si en la jaula hay dos en vez de tres, también se estresan. Creo que esto ya es pasarse de sensibilidad.

lunes, 7 de septiembre de 2009

MOMENTOS


Como manifiesta en sus pensamientos Lisbeth Salander: “Repentinamente comprendí que el amor era ese momento en el que el corazón quiere salirse del pecho”Del libro de Stieg Larsson,- Los hombres que no amaban a las mujeres -


La vida tiene momentos, es más, la vida se compone de momentos. Pero, ¿cuanto dura un momento?

Por definición, un momento es un espacio de tiempo corto, que se define por su contenido que puede ser bueno ó malo, un buen momento ó un mal momento, o simplemente un momento.

Hay momentos pasados, presentes y momentos futuros, pero creo que los verdaderamente importantes son los momentos presentes, esos son los momentos que pienso hay que disfrutar y recrearse en ellos. Debemos intentar disfrutar el momento, intentar exprimirlo al máximo, sacarle el máximo rendimiento e intentar conseguir que ese momento te haga feliz, y lo más importante, que haga feliz a todos aquellos que se encuentran a tu lado.

Creo que cuando hablamos de momentos, hablamos de los momentos presentes, porque son ellos los que verdaderamente merecen la pena y son ellos los que nos dan la oportunidad de cambiar los momentos pasados y determinar de alguna manera los momentos futuros.

Los momentos simplemente pasados, ya no importan, lo hecho, hecho está, y no podemos vivir del pasado. Los momentos pasados, fueron momentos presentes, y en ese momento fueron determinantes, los momentos futuros, no serán nada hasta que se conviertan en presente.

No es una buena práctica vivir de los momentos pasados, pues ello nos podría dificultar vivir el presente plenamente. Y tampoco sería una buena práctica el vivir de los momentos futuros, nos conduciría a vivir sólo de sueños, que es lo que son los momentos futuros, momentos que nos gustaría que llegaran, pero que no son más que eso, ilusiones y deseos que sólo tienen posibilidad de hacerse realidad en los momentos presentes.

Sin embargo, el momento presente está pleno de realidad y de vida. Cuantas experiencias se incluyen en un momento presente, tantas como sentidos tenemos y cada una de ellas multiplicadas por diez ó por cien, incluso. Cuantas cosas podemos oler, tocar, ver, gustar y oír, en un momento, y todas ellas con un carácter totalmente real, todas ellas dispuestas para ser disfrutadas y no sólo por nosotros, en particular, sino por nosotros y los que se encuentren con nosotros, pues eso es lo bueno de estos momentos presentes, que son momentos compartidos, son momentos en los que participan personas queridas de nuestro alrededor, personas que comparten con nosotros ese momento que ya no volverá jamás, que quedará en el pasado, será un momento pasado que sólo vivirá en el recuerdo añorando su realidad, añorando la esencia de la vida que sin duda está en disfrutar y exprimir a tope el presente.