viernes, 24 de octubre de 2008

LA AMISTAD


Si quiero sentir una amistad. ¿Quién me lo va a impedir?, mi amistad es mi sentimiento más hondo, mejor guardado y menos traicionado.

Si tu quieres quebrarlo, te va a costar, tendrás que retorcerlo, partirlo y hacerle sangrar hasta dejarlo seco.



La Amistad es una habilidad que se aprende y que está al alcance de todos, no es ningún contrato que encorsete nuestras relaciones sociales y nos obligue de por vida, es imposible imponerla porque es un espíritu libre.

Se debe cultivar día a día, aunque una vez arraigada sobrevive al tiempo, al espacio, a la crítica destructiva y a los insalvables desengaños propios de la condición humana.

Es objeto de envidias por quienes reconocen su valor pero se les niega el conseguirla, quizás por su mal entendido concepto de amistad.

Es altiva, como quien es sabedor de poseer el mayor tesoro del mundo y se siente orgulloso de ello; es algo que se disfruta sin necesidad de que esté presente el objeto de amistad, se disfruta recordando, contando a otros, sintiéndose correspondido.

Se muestra débil al principio e invulnerable después, como el vino que mejora con el tiempo. Es algo totalmente emocional, por lo cual se puede llegar a morir, y a la vez terapéutica en momentos de apuro o depresión.

En muchas ocasiones mal entendida, manipulada y mal practicada; en otras ocasiones sofocada por un excesivo sentimiento de posesión. Traicionada por intereses materiales por personas incapaces de entender su verdadero significado.

La amistad supera en ocasiones los lazos familiares, pues toda relación necesita del roce, del día a día; cuando la amistad es madura, todo se perdona, todo se licua y se racionaliza.

Hay algo más incongruente que dos amigos enfrentados entre ellos y a sus propios sentimientos, a sus propias emociones. La amistad se alimenta de la constancia emocional, aún pasando los años los amigos se reconocen, ese poso emocional perdura al tiempo y ese recuerdo mantiene viva esa amistad.

Insisto, la amistad es algo que se aprende, pero para aprender a ser amigo hay que practicar, y hay personas que por una u otra causa no lo practican.

Hay personas tímidas, retraídas, desconfiadas, excesivamente egoístas, solitarias, compulsivas con el trabajo, posesivas, inconstantes, interesadas y muchos otros rasgos que coartan el inicio y sobretodo el fortalecimiento de una amistad.

Posiblemente esas personas desconfiadas, egoístas, interesadas, posesivas, etc. Lo sean como resultado de sus experiencias pasadas. Por ello es conveniente reevaluar e ir poniendo al día esas experiencias que han dado como resultado ciertas creencias, actitudes y conductas posteriores, pues es posible que hayan quedado obsoletas y nos sean actualmente desadaptativas.

Puede ser que la relación con los demás no haya sido gratificante en el pasado, en la niñez o adolescencia y eso nos haya hecho ser desconfiados y suspicaces más tarde como medida defensiva, pero quizás en el momento presente y en las circunstancias actuales nos estemos dejando llevar por esa actitud y conducta aprendida y esta nos esté abocando sin darnos cuenta a una desadaptación social, laboral y/o personal.

O, al contrario, que nuestras experiencias pasadas hayan sido excesivamente condescendientes, protectoras y espléndidas, sin pedir nada a cambio y ello nos haga creer que toda la vida va a ser igual y que tenemos derecho a todo, a recibir continuamente y por consiguiente nuestra relación con los demás sea egoísta y posesiva.

Por ello es bueno ser flexible y estar siempre abierto al cambio y reevaluar nuestras experiencias y volver a reexperimentar y volver a actuar en consecuencia. La rigidez es mala consejera, nos lleva a seguir ciegamente los dogmas, las creencias, aunque a veces choquen con la realidad, con nuestros intereses.

La amistad, como cualquier otro tesoro de nuestra existencia: el amor, el cariño de los hijos, el respeto, la empatía, el respeto hacía uno mismo, hay que ganárselo con mucho esfuerzo y constancia durante toda la vida, pues son los únicos valores que nos harán sobrevivir al tiempo, ganar esa batalla por perdurar, por no morir. Sin embargo muchas personas toman otros caminos equivocados para conseguir ese fin.

Saber hacer amigos y conservarlos lo es todo, te enseñan todo lo que es necesario para desenvolverte en la vida, la lealtad, la comprensión, la seguridad, la confianza en ti mismo, la fortaleza, la constancia, la capacidad de dar sin esperar nada a cambio. Te hace desarrollarte y crecer personalmente, te fortalece interiormente y hace crecer tu autoestima, pues solo el que la posee sabe lo que tiene y se siente orgulloso de sí mismo por ello.

2 comentarios:

tetealca dijo...

ZOLDAR:Perdona por cargarme tu comentario al borrar la entrada para corregirla.
Tu valioso comentario queda grabado en mi disco duro.
Me alegra que te pases por aquí.

Framboise dijo...

Una magnifica reflexión.
Puede ser el resultado de un crecimiento paulatino o de un flechazo como el amor pero la amistad es el sentimiento más real, profundo y duradero del ser humano.
Me encanta perderme (y encontrarme) por las salas lejanas de los castillos ;)

Un abrazo.

Ps. Perdona mi indiscreción pero leí tu "patinazo" al borrar un comentario bonito y... me ha pasado también :(